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Los ecuatorianos se endeudan a plazos cada vez más extensos y con montos más elevados

febrero 09, 2024

Quito, 29 de enero de 2024.- El estudio presentado en Quito aborda una cuestión fundamental: ¿cómo ha evolucionado el comportamiento de las personas y de qué manera influye en sus decisiones de endeudamiento en el sistema financiero, junto con las condiciones del crédito? Según el documento, en los últimos años, Ecuador ha experimentado un notorio proceso de inclusión financiera en cuanto al acceso al crédito. Entre enero de 2019 y abril de 2023, aproximadamente 1 millón de nuevos clientes se han integrado al sistema crediticio formal, siendo mayoritariamente mujeres, jóvenes y personas de ingresos más bajos.

No obstante, este periodo también estuvo marcado por factores que influyeron significativamente en el comportamiento y desarrollo del endeudamiento de los ecuatorianos. De acuerdo con Valeria Llerena, directora ejecutiva de la RFD se observa un aumento del consumo que supera ampliamente la evolución de la producción. Este endeudamiento, en parte beneficioso al facilitar a la población el acceso a financiamiento para mejorar su calidad de vida y reactivar sus negocios, se enmarca en un contexto marcado por una situación económica compleja y un mercado laboral debilitado, que podría contribuir a que los individuos enfrenten dificultades para hacer frente a sus obligaciones financieras. “Esto se debe a que el incremento del gasto no estaría respaldado adecuadamente por la producción o fuentes de ingresos suficientes y sostenibles”, explica la experta.

Este aumento sustancial en el consumo, según la evidencia presentada, encontraría parte de sus raíces en la evolución del endeudamiento y el comportamiento de los deudores. El análisis revela que los ecuatorianos se endeudan en montos cada vez más altos y a plazos más extensos; y que, los créditos se destinan cada vez más a productos de consumo corriente o de corto plazo, como alimentación o enseres del hogar en el caso del crédito de consumo, así como a capital de trabajo en el ámbito del microcrédito, algo que si bien era habitual presenta una extensión del crédito diferido y rotativo, alargando las cuotas a fin de dar más espacio a que las personas puedan cumplir con sus obligaciones.

Contexto:

En los años previos a 2015, la economía ecuatoriana experimentó un robusto crecimiento, impulsado por una tasa del Producto Interno Bruto (PIB) que alcanzó el 4,54%. Este fenómeno se atribuyó principalmente a la bonanza petrolera y a las remesas provenientes de migrantes. Sin embargo, a partir de entonces, diversos factores adversos como la disminución en los precios del petróleo, eventos sísmicos como el terremoto de 2016 y, más recientemente, la pandemia por COVID-19, han impactado negativamente en el panorama económico.

Esta serie de contratiempos ha llevado a una interrupción en la senda de crecimiento, siendo el año 2020 el más golpeado con una caída significativa del PIB, registrando un decrecimiento del -7,79%. En paralelo, se observa un panorama laboral desafiante, con una disminución del empleo adecuado en 6 puntos con respecto a los niveles previos a la pandemia (2018-2019), mientras que la informalidad ha experimentado un incremento de 6 puntos. Además, la mediana del ingreso laboral ha sufrido una reducción del 14% en comparación con los niveles prepandemia.

Hasta antes del 2016, el PIB como el gasto de consumo de los hogares mantuvieron una estrecha conexión, exhibiendo una relación directa. Si uno experimenta un aumento, el otro sigue la misma tendencia, en términos de velocidad y magnitud, y viceversa. Solo se registra una leve separación entre el consumo de los hogares y el PIB entre 2017 y 2019. Sin embargo, a finales de 2020, se presenta un fenómeno inédito: el consumo experimenta un crecimiento notablemente superior al de la producción.

¿Cómo y en qué se endeudan los ecuatorianos?

La cartera de crédito destinada a los segmentos de microcrédito y consumo son las que lideran el crecimiento de la cartera de crédito total y, a su vez, son las más representativas dentro del total de la cartera (58% del total de la cartera de crédito). Además, en el último año, la productividad de las carteras de consumo y microcrédito va decreciendo, incluso superando el incremento de la cartera sana.

  • La financiación para la adquisición de vehículos ha experimentado cambios notables entre los años 2015 y 2023. En este período, los plazos de financiamiento de 4 a 6 años han ganado una mayor representación, aumentando en 13 puntos porcentuales desde septiembre de 2015 hasta 2013, superando a los plazos de menos de 4 años. Aunque los plazos de más de 6 años tienen, en general, una participación menor, se observaron incrementos destacados entre diciembre de 2021 y junio de 2022, coincidiendo con la reactivación económica y la flexibilización de las medidas de control de la pandemia.
  • Se ha notado un aumento en los plazos de pago de alimentos con tarjeta de crédito, particularmente en periodos superiores a 6 meses, experimentando un crecimiento del 13% al 32% entre los años 2015 y 2023. Este prolongado endeudamiento en la población en relación con los gastos alimentarios podría indicar una gestión financiera deficiente o la falta de educación financiera. Idealmente, estos gastos recurrentes deberían ser cubiertos con fondos disponibles, evitando así la acumulación de intereses innecesarios. Esta tendencia también sugiere que los hogares están recurriendo al crédito para enfrentar las dificultades en sus ingresos y en el panorama económico.
  • El financiamiento de microcréditos ha experimentado cambios significativos en los últimos años. En septiembre de 2015, el 90% de los fondos destinados a capital de trabajo tenían plazos de hasta 4 años, mientras que solo el 10% se extendía a periodos de 4 a 6 años y más de 6 años. Sin embargo, para septiembre de 2023, el panorama había evolucionado notablemente, con un aumento del 38% en los plazos superiores a 6 años.

De acuerdo con David Castellanos, líder de Data y Analítica de Equifax Ecuador, el contexto nacional deja entrever un cambio de comportamiento de los acreedores con relación al crédito, lo que necesariamente obliga a tomar medidas que al tiempo que permiten la continuidad del otorgamiento del crédito, vayan acompañadas de una generación de alertas e identificación de signos de endeudamientos, para cuidar la salud financiera. “Es fundamental establecer mecanismos que permitan una conciencia en la generación del crédito, a modo de un ecosistema, en el que se cumplan tres premisas: evitar el sobreendeudamiento de la población, establecer estrategias de análisis de riesgo crediticio y generar oportunidades para la inclusión financiera hacia los sectores que más lo requieren; para ello, hay que mirar a la deuda como un fenómeno multidimensional que requiere el análisis de una variada cantidad de datos y una lectura a la luz de las dinámicas y contextos de la población” apunta el experto.